lunes, octubre 15, 2007

PROTAGONISTAS: KARMELE LLANO.















Terminó sus estudios de veterinaria y tuvo claro que lo suyo no era una clínica convencional, así que decidió irse a 12.000 Km de distancia de su Bilbao natal y actualmente se encuentra trabajando en Indonesia con el objetivo de intentar salvar a los últimos orangutanes de Borneo. Por unos 100 euros al mes, Karmele dedica sus días a estos animales, los cura, los lleva al bosque, los alimenta, juega con ellos...de sol a sol y cobrando una miseria, aunque como ella misma dice: "En la selva no hace falta dinero" y razón no le falta.

Los orangutanes tienen, por desgracia numerosos enemigos. La industria del aceite de palma está acabando con sus casas. Su habitat se transforma, se arrasa la selva para sustituirla por plantaciones de palmeras. Muchos de estos animales llegan al refugio Nyaru Menteng con quemaduras, mutilaciones y completamente traumatizados ante la presencia de un ser humano, ya que son estos los que queman sus árboles, les roban a sus crias para venderlas como mascotas, les someten a torturas. Algunos caen en manos de cazadores furtivos que terminan con sus vidas, otros son utilizados en burdeles para sesiones de zoofilia, otros sometidos a torturas y otros utilizados en vergonzosos espectáculos donde los visten de boxeadores para hacerlos pelear en un ring...en este estado llegan los orangutanes a las manos de Karmele que con sus mimos les ayuda a continuar, a reintegrarse. La directora del centro es una ex azafata de vuelo danesa llamada Lorne Droscher-Nielsen. Ella y Karmele son las dos únicas occidentales que trabajan en este refugio de reintroducción. Pero lo cierto es que no lo tienen fácil, tienen sus enemigos. Alguna vez han amanecido encontrando alguno de los orangutanes muerto por acción de algún desaprensivo e incluso tienen que controlar la comida que compran porque en ocasiones se la envenenan. Sus enemigos saben que para herirlas sólo tienen que dañar algunos de sus orangutanes. No lo tienen fácil pero siguen en la lucha contra todo para salvar a estos animales tan nobles y bonitos de la extinción y del sufrimiento causado por la mano del hombre. Quedan pocos, en la década de los noventa la población de orangutanes se redujo un 50% que se dice pronto. Hay que ser valiente para dejarlo todo e irte a la otra punta del mundo por amor al arte, nunca mejor dicho. Estás personas son ante las que yo me quito el sombrero.

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